¡Me encanta esta palabra!, es tan difícil poder usarla oportunamente. Se tienen que dar un montón de circunstancias, bueno, no es que surjan de la nada, es que has sido tú capaz de generarlas:
- Saber hacer algo muy bien
- Haber encontrado alguien con ganas de aprender y con capacidad para interiorizar y reproducir lo que le transmites.
- Saber transmitirlo adecuadamente. Para ello no se trata de decir “hazlo igual que yo”, lo importante no es el como, sino que entienda tu “para qué” de lo que haces. ¡Claro!, antes, has de averiguarlo.
- Dedicar tiempo para, pacientemente, disfrutar del proceso de aprendizaje, transmisión, comunicación, error, éxito…del otro.
- Oportunidad de aprender tú de esa persona, durante el proceso y, mejorar entre ambos el objetivo inicial, reinventar y reinventarse.
Cuando lo experimentes, por pequeño que sea lo que has delegado, comprobarás que es una de las experiencias más gratificantes.
Delegar es sentir como crece el otro, para poder crecer tú. Vamos!!