La primera acepción de valor que me viene a la cabeza está relacionada con ese plus que algo o alguien te aporta. Es una palabra que a diferencia de la palabra “precio”, no es igual para todos, el valor es siempre “según tú”.
El valor es eso que diferencia, ilusiona, suma, emociona… A mí me encanta pensar, sentir, compartir, el valor de lo que ocurre, de lo que haces, de lo que hago.
Tengo la necesidad de encontrar ese plus para los demás que, evidentemente, sólo encuentro cuando para mí también lo representa. Yo lo descubro a través de esa poderosa pregunta que un día aprendí y que se ha convertido en mi motor, el ¿para qué?. En general, la respuesta a esa pregunta lleva implícito el valor, el plus de sentirme bien conmigo misma y por tanto de trasmitirlo a los demás.
La otra acepción de esta palabra que se me ocurre, es la de “tener valor para hacer algo” que, de forma caprichosa está también relacionada con la primera, porque “si ese algo me aporta valor, yo tendré el valor de hacerlo”.
Quizás por eso me encanta cuando alguien me dice el valor que yo le aporto, porque eso me da a mí valor para seguir haciendo cosas que aporten valor.
¿Te das cuenta como se genera energía? ¡Qué palabra más poderosa! Comunica el valor de las cosas. 