¡Me encantan los ciclos!, son una forma sencilla de pautar comportamientos que te facilitan replicar un proceso, recordarlo y seguirlo. Quizás por ello, el Ciclo de Mejora Continua de Deming fue una de las primeras ideas fuerza que se fijaron en mi mente al iniciar mi andadura en los senderos de la Calidad.
En un mundo laboral donde todo se concentraba en HACER, entender que para mejorar antes de hacer había que PLANIFICAR y después de hacer, había que REVISAR lo que había pasado, y ACTUAR en consecuencia, volviendo a un proceso similar desde una nueva planificación; fue todo un descubrimiento conformándose en mi sello de identidad profesional.
Pronto me di cuenta que las empresas y organizaciones se podían clasificar en función del tiempo que le dedicaban a cada fase:
1.- Las orientadas a la productividad. (100% de su tiempo a la fase 2)
2.- Las orientadas a la productividad pero con calidad de producto. (100% de su tiempo a la fase 2 y 3)
3.- Las orientadas a la eficiencia, en la producción, con calidad (100% de su tiempo a la fase 2, 3 y 4)
Pero, ¿qué pasaba con la Planificación?, nadie se acordaba nunca de ella.
Quizás por ello, y gracias a los sistemas de la gestión de la calidad mi foco se dirigió, de manera especial, a desarrollar esta fase en las organizaciones donde trabajaba.
La planificación te aporta esa visión anticipada del futuro, esa capacidad de temporalizar los acontecimientos y de generar ese sentimiento de
“Sabemos cuál es el camino para alcanzar nuestros objetivos, pues adelante!!”
Hoy, con el paso de los años y, las experiencias vividas, sigo siendo fiel al ciclo de Deming; aunque mi propia evolución basada en los dos grandes principios de la METAGESTIÓN, personas y cambio, me han llevado a “tunearlo”, para adaptarlo a mi pensamiento actual.
He descubierto que para movernos, para avanzar, para seguir, no sólo tenemos que conocer y saber dónde queremos ir, sino que es igualmente importante el “querer ir”. La energía necesaria para levantarnos, para esforzarnos, para seguir a pesar de todo, sólo puede venir de un proceso de motivación fuerte, energizante, y ese es el SOÑAR.
Cuando soñamos, visualizamos el éxito, sentimos todas las emociones de llegar, y son estas emociones las que nos dan fuerza y ganas para intentarlo; por eso, sin lugar a dudas, SOÑAR es ahora mi primera fase del ciclo.
Trabajando en planificación he descubierto que es necesario desdoblarla dos grandes acciones, de manera que seamos conscientes de hacer ambos procesos con un sentimiento inequívoco de protagonismo.
Una de ellas es PENSAR, pensar recorriendo un camino que va desde la visión del sueño hasta la toma de conciencia del presente, en un proceso sin prejuicios, eliminando falsas creencias, eliminado esa mal llamada humildad que en realidad es una baja autoestima . Porque debemos pensar quienes somos, qué tenemos y cómo podemos “desde lo que sí somos y tenemos” llegar a conseguir aquello que deseamos.
La segunda acción es la de DECIDIR, he llegado al convencimiento que la clave de los procesos de cambio, de mejora, de avance, está en la toma de decisión. Tener la capacidad de decidir tu compromiso en ese camino que has pensado ha de llevarte a tu objetivo, de asumir el protagonismo que dicha decisión te otorga, con el sentido de la responsabilidad que te confiere la libertad de elección.
Y por supuesto la última fase siempre será la de ACTUAR, como etapa imprescindible para avanzar, para cambiar. El sólo hecho de hacer ya te genera las ganas de seguir.
Es cierto que cuando nos centrábamos en la fase de Revisar, del ciclo PDCA, teníamos una obsesión desmedida por analizar lo que no conseguíamos, para actuar en este sentido de mejora; pero hoy en día estoy más alineada con el Ciclo de proyectos de Dragon Dreaming (otra buena versión adaptada de este ciclo). Es mucho más importante ser conscientes de lo que sí hemos logrado, de lo que hemos hecho bien, para generar con esa Celebración, ese sentimiento de logro que nos lleve a seguir Soñando y no cesar en nuestro movimiento constante.
Hoy en día, cuando me encuentro con organizaciones, con líderes o con personas que me cuentan sus proyectos, sigo analizando el tiempo que le dedican a estas cuatro fases. Sí, porque la clave de todo está en este recurso escaso y necesario para todo lo que hacemos, y cómo lo distribuimos nos muestra cuales son nuestras prioridades.
Por ello suelo promover un “¡PARA!”, si quieres ser eficiente, si quieres tener éxito, no gastes todo tu tiempo en la fase del hacer, no inviertas todos tus recursos en un sola fase, porque te desgastarás y no habrás generado el ciclo del impulso necesario. Reparte tu tiempo en Soñar, Pensar, Decidir y Hacer, sólo así serás eficiente, sólo así generarás la energía necesaria para el impulso, sólo así llegarás alÉXITO.
ÉXITO = Sinónimo de conseguir aquello que conscientemente y con un compromiso del 100% de hacerlo realidad, soñaste con alcanzar.
Me preguntáis, ¿Cómo genero este ciclo con mi equipo . Comparto algunas opciones, a modo de ejemplos:
Comunica los proyectos con una historia ilusionante, con pasión, que les permita soñar a todos. (Herramienta: Storytelling)
Promueve procesos de reflexión, de autoconocimiento de la realidad, de alineamiento de todos con respecto al punto de partida (Herramienta: Sesión del Lego Serious Play)
Transmite la confianza necesaria para que puedan, los miembros de tu equipo, tener la libertad de comprometerse, sin miedos, sin imposiciones. (Herramienta: SCRUM, como metodología ágil de reuniones)
Comienza tú a dar el primer paso del hacer, el ejemplo es el mejor espejo para mostrar el camino. (Herramienta: La ley del espejo)
Vamos!!