Recuerdo una frase de mi profesor de matemáticas de la infancia (que además es mi padre):
“no se pueden sumar peras con manzanas”
y de esta forma tan sencilla en mi cabeza quedó grabada la búsqueda incansable de la coherencia, de la lógica, o de como queramos llamar a “que las cosas tengan sentido”.
Últimamente me “resuena”, cuando oigo hablar de empleo, palabras como estabilidad laboral, seguridad económica,…Sin embargo, cuando oigo hablar de la empresa, no ceso de oír palabras relacionadas con el ambiente VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo)
Si los contratos laborales surgen ante la demanda de trabajadores de un mercado, que a su vez es generado por el desarrollo de organizaciones, cuyos promotores buscan la forma de generar valor a través del desarrollo de productos o servicios. Aquí viene mi pregunta,
¿cómo podemos sumar “estabilidad laboral” e “incertidumbre del mercado”?
Quizás por ello tantas personas, entre las que me incluyo, nos hemos visto con una “cuenta” sin poder sumar en algún momento de nuestra vida.
Desde pequeños, y en función de algunas culturas o entornos aún con más intensidad, se nos orienta a que nos formemos en el sector con más probabilidad de encontrar el mejor empleo, definiendo este “mejor empleo” como aquél que nos aporte más seguridad, estabilidad y rentabilidad.
Y resulta que cuando HOY llegamos a ese mercado laboral (unos con 20 o 30, y lo peor es para los de 40 a 50 años), nada de eso existe, nada de eso se sostiene.
Quizás de todos, el profesional más preparado para abordar este mercado laboral actual es el que elige el modelo de profesional independiente, autónomo, emprendedor/a, el empresario/a (como lo queramos llamar). Esa persona que desde el inicio ha aceptado que su futuro va a ser incierto, que deberá estar en permanente estado de búsqueda y de formación, que su éxito dependerá de su adaptabilidad y flexibilidad a los cambios, pero sobretodo esa persona que asume su protagonismo vital y laboral.
Yo misma he comprobado, que cuando he asumido el protagonismo de mi propio éxito, no derivándolo a ninguna empresa ni contrato, cuando he definido mi Sueño, me he puesto en camino y he desarrollado una actitud de cambio, es cuando he encontrado la “estabilidad laboral”.
Estabilidad que, por supuesto no consiste en saber con seguridad lo que a final de mes ganaré, ni de si mañana tendré trabajo, ni si sabré qué y cómo haré cada día. Una ESTABILIDAD laboral basada en la CONFIANZA en mis capacidades y en la SEGURIDAD de que lo que hago es lo que me hace ser mejor y aporto el mayor Valor.
Cuando no me centro en preocuparme por mi tipo de contrato laboral, sino que mi atención la ocupa:
– Si mi sueño está alineado con la misión o visión de la empresa
– Si lo que yo hago cada día impacta en la eficiencia de la organización,
– Si mi actitud es la adecuada para poder desarrollar todo mi talento en ese proyecto de cuyo éxito depende el mío.
Porque sólo cuando consigo esa sincronía es cuando siento que ese trabajo será “estable, duradero y rentable”.
Y entonces descubro que mis grandes retos personales de ser cada día más digital, estar en proceso de desarrollo profesional y personal permanente y fomentar mis habilidades de comunicación son a su vez los tres grandes retos que me encuentro en todas y cada una de las organizaciones con las que trabajo.
La revolución personal está generando un nuevo concepto de “relación laboral contractual” entre profesionales y empresas, ya no es uno el que demanda y otro el que ofrece, ahora es una relación de sincronía, estamos en la era de acuerdos establecidos en base a la sumatoria de:
(Propósito) Mi sueño y tu Misión/visión
(Procesos): Mi acción continua y tu estrategia de seguir, de avanzar buscando siempre la eficiencia
(Persona): Mi actitud y tu reconocimiento del talento
El mundo personal y laboral hemos de hacerlos coherentes, hemos de conseguir que coexistan, esto choca con los modelos del pasado y por tanto ¡claro! que habrá que modificar la legislación, las reglas de juego y mil elementos burocráticos y administrativos que vienen de las antiguas “peras y manzanas” porque
“si todo cambia, cómo no van a cambiar los modelos de relación laborales”
Ya existen nuevos modelos de organización que entienden que en sus procesos de cambio y de transformación han de contar con nuevos perfiles profesionales y con nuevos modelos de empleo; que nos gritan que “Sí es posible”
A los nuevos desempleados es importante transmitirles que el mejor contrato de trabajo es aquél que te ofrece un proyecto en sincronía con tu propósito de vida, coherente con tus valores y principios, acorde con tus prioridades y objetivos vitales. Porque será ese en el que darás lo mejor de tí, aportarás tu mejor talento y conseguirás que sea un proyecto de ÉXITO.
A los nuevos desempleados es importarte transmitirles que no es mejor un contrato indefinido que te “niegue” el preocuparte de salir de tu zona de confort, porque tendrás caducidad.
Que no es mejor un contrato en exclusividad que “frene” tu desarrollo profesional, porque tendrás caducidad.
Que no es mejor un contrato por el que te paguen más de lo que aportas, porque ese proyecto tendrá caducidad.
A los nuevos empleadores es importante trasmitirles que la persona mejor para contratar es aquella que se integra en sincronía con la misión y visión de tu empresa, comparte valores y principios y hace suyos los retos de la organización, porque por barato o precario que sea:
No podrás mantener un contrato de alguien que no aporte valor a la organización.
No podrás mantener un contrato de alguien que no se adapta y se transforma al ritmo que el mercado requiere.
No podrás mantener ni un solo contrato si no consigues tu éxito empresarial.
La revolución personal ha llegado, y eso significa que somos las personas empleadoras y empleadas las que sumamos si estamos en sincronía.