19 abril, 2018 Isabel_MG

Metagestión & Simplificación

No he hecho el estudio, quizás por ello es más fácil escribir un post que una tesis doctoral, pero mi experiencia laboral me hace sospechar de un principio:

En general, las organizaciones,  y las personas, son propensas a iniciar proyectos sobredimensionados a sus necesidades y sobretodo, alejados de su necesidad real.

Es como si tienes estropeado el faro del coche,  lo llevas al taller para que te hagan una revisión completa y al final decides no cambiar las luces.

Empresas y organizaciones que tienen un problema de liderazgo y abordan proyectos de design thinking, metodología Lean, transformación digital, o alguna otra maravillosa y fantástica metodología, simultáneamente, todo el equipo involucrado, menos el jefe.

Organizaciones con gran déficit de comunicación que hacen miles de talleres,  desarrollan proyectos de creatividad, relajación, sesiones outdoor,……: pero a la vuelta, mantienen sus políticas de comunicación y sus procesos.

Quizás, porque siempre es duro y difícil poner de manifiesto las causas reales de tus  debilidades, contratamos y abordamos proyectos envolventes que mejoren o mitiguen “en general”, en lugar de ir al origen y, a partir de él, desarrollar el proyecto.

Y yo me pregunto, ¿por qué es tan necesario ese diagnóstico doloroso que al final siempre “dulcificamos” en el informe para que no se sientan agredidas las empresas y las personas?.  ¿No será mejor, en lugar de comenzar por lo que no tenemos, nuestras debilidades y amenazas, arrancar con los objetivos, los logros, los sueños?.

La gran pregunta es ¡¿Para qué cambiar?!, ¡¿Qué quieres lograr?!. Porque hay mil maneras de echar a rodar, de avanzar, ¡tampoco hay que comenzar justo por  la “pierna que no tienes” !¿no crees?

En Metagestión muchos me preguntan por qué  una esfera, por qué estos cuatro elementos, porqué  los acrónimos que nos dan 20 líneas de actuación, porqué los 3 ejes que nos dan 60 puntos de acción.

Sencillamente porque creo en el equilibrio, mi experiencia me ha demostrado que tanto lo poco de algo como el todo de lo siguiente, a veces no es suficiente o es demasiado.

En el universo hay una tendencia al equilibrio que nos balancea y nos ajusta;  quizás por eso cuando surge una fantástica metodología de gestión,  una herramienta que te la ofrecen como la panacea, sólo tienes que esperar un tiempo para que surja otra, que tienda hacia el objetivo opuesto. Unos le llaman el efecto péndulo, otros la ley de la competencia.

Yo, sencillamente creo en la equidistancia de todo lo que te ayuda a avanzar, y que será bueno para ti si te empuja en la dirección que deseas.  En cada momento, basta con desarrollar un eje concreto y apoyarte en lo que mejor tienes, lo que mejor se te da, lo que más te gusta. Si gastas todas tus energías en hacer mil cosas, a veces te cansas antes de llegar justo a lo que necesitas o, en ocasiones, te frustras porque haces y deshaces sin mucho fundamento. Es como si quieres hacer rodar una esfera empujándola hacia muchas direcciones, sencillamente no avanza, la bloqueas.

Cuando comienzo un nuevo proyecto profesional, inicio una etapa de conocimiento, no tanto del ámbito donde mi cliente se desenvuelve, sino del ámbito dónde quiere estar;  es algo que hago con la persona, con el equipo.

Creo en el “proyecto a medida”, pero para ello es fundamental que el cliente sepa el “traje de sus sueños” y a la vez se conozca, tenga la capacidad y autoestima suficiente como para mirarse al espejo y aceptar sus medidas.

Hace tiempo que no comienzo con presentaciones de mis productos o servicios, yo observo, escucho, facilito con preguntas el que surja la “historia”, esa en la que se ponen los ojos brillantes y dibuja una sonrisa al imaginarla.  Y,  entonces me cuentan, unas veces de manera fluida, síntoma de que lo han pensado mucho, y otras veces, con “sacacorchos” pregunta tras pregunta,… qué es eso que quieren, que desean alcanzar y, no pueden o no saben cómo.

Después, a modo de juego, para permitir un pensamiento sin creencias limitantes, sin  miedos a ridículos, sin falsas humildades,  lo vamos relacionando con alguno de los cuatro elementos que la Metagestión nos ofrece. A partir de aquí, de una forma sencilla, cada equipo, cada persona, encuentra su línea de actuación y decide cómo  puede desarrollarla, orientada siempre hacia su visión de futuro y entorno a los tres ejes equidistantes (Propósito, Procesos y Personas).

Trabajar, desarrollar actividades, formarte, promover nuevos hábitos, siempre es más fácil cuando sabes dónde vas, cuando sientes la motivación del avance hacia el logro, cuando encuentras un PARA QUÉ en cada acción.

Toda metodología, todo aprendizaje es bueno, pero ¿es tu prioridad?¿es lo que te hará avanzar más rápido hacia tu objetivo? La comunicación eficiente, la transformación digital, la gestión de espacios colaborativos, …de toda esa maravillosa oferta  de conocimiento y propuestas de acción que cada día se nos plantea… ¿por dónde empezar? ¿en cuál invertir tu tiempo, tu energía, tus ilusiones?…..

Como buen metagestor que ya empiezas a ser, ¡simplifícalo!,  averigua primero donde vas, donde quieres llegar, cual es tu “sueño”, y partiendo de lo que ya tienes que más te impulsa, elige el siguiente punto de giro, sólo uno, uno a uno, y actúa.

Piensa que eres una esfera, y que para avanzar, necesitas dirigir tus esfuerzos en una sola dirección. Vamos!!!

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